Con la incertidumbre de dar un solo paso más, con la intransigencia del retorno en sus manos, las posó sobre sus rodillas en cuanto se sentó en aquel transporte masivo y atisbó los pies de esos anónimos. Era irracional pensar en razones que podrían portar cada uno de éstos. Pensó ,en que quizás la vida no les era tan sencilla como dictaminaban sus caras.
Aquel extraño del fondo parecía furioso al teléfono, quizás comía a solas...
Esa mujer con la experiencia remarcada en su piel podría ser abuela por primera vez y tan solo faltaban tres segundos para una mañana sorprendente.
A ese niño podría pasarle su primer amor y en unos instantes podría estar a punto de cambiar todos sus cromos por conocer el nombre de esa niña rubia de un pelo tan prolongado que le llegaba hasta la cintura.
No dejaba de indagar, arrastraba consigo su mirada fija y poco elocuente,esa mirada fría,tenaz y tímida, posiblemente nadie observaba sus pies e imaginaba la carga que éstos trasladarían a otro lugar. Al parecer tampoco miraban su rostro...El tren era una fotografía ausente de pasajeros, no había vida en aquel lugar, nadie miraba a su alrededor y ninguno se observaba con la precariedad de percibir el misterio...
El problema de aquel lugar es que estaba vacío... sus miradas apuntaban a sus propios pies y sus paradas en el andén, tan solo eran espejos...