Estellés, préstame esas escaleras, por placer ya no recuerdo.
Ahora me ubico aquí y allá, con el deseo de enseñar, de saber quien es, de percibir el misterio del recoveco aún disfrazado y de volverlo a indagar con el motivo de reconocer su silueta e incluso hasta sus puntos suspensivos... De la manera que cuando hayan recogido las calles, avenidas y cerrado las persianas, solo pueda recorrer con los labios, la lengua, los dientes y mis manos, lo que la luz del sol antes enfocaba a ese breve y estrecho escalón donde habitaban su espalda y la mía,cuando aún nos vestía la ingenuidad y yo no admitía la pretensión de radicar entre sus piernas.
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