Vivia en el infierno, con la desnudez en sus folios quemados, junto a la compleja ornamentación de sus pensamientos.
Se dejaba impresionar por aquella silueta que fingía estar mirándola.
Entonces se dio cuenta de que la silueta era un espejo, alguien tan parecido que, quizás era demasiado egoísta como para compartir caricias, como para respirar si a ella le faltara el aire. Aquella silueta en muchos instantes, demostraba que tan solo pasaría de largo, como el verano, como el invierno,el otoño, la primavera...
Entonces reconoció que era algo parecido al amor, pero que las estaciones no las guardaba su espalda.
La chica de acero levantó la mirada y se dio cuenta de que debía de dejar de contarle cuentos, de compartir su mundo y dejar para otras siluetas las pretensiones, las fantasias, los sueños mirando al cielo.
Ahora solo pretendía desgastar sus labios, su cuerpo, devorarla, y a quemarropa pasar sus manos por su cintura y tan solo por esa noche, no dejarla marchar.
Entonces reconoció que era algo parecido al amor, pero que las estaciones no las guardaba su espalda.
La chica de acero levantó la mirada y se dio cuenta de que debía de dejar de contarle cuentos, de compartir su mundo y dejar para otras siluetas las pretensiones, las fantasias, los sueños mirando al cielo.
Ahora solo pretendía desgastar sus labios, su cuerpo, devorarla, y a quemarropa pasar sus manos por su cintura y tan solo por esa noche, no dejarla marchar.
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